Monday, May 23, 2011

Dando latigazos

Para empezar daros las gracias por permitirme pertenecer a este grupo cuyo nivel me tiene un poco cohibida. Espero tener el suficiente nivel para pertenecer a este grupo.



Bueno empezaré con mi presentación: Mi nombre es Catwoman y veo la vida desde los tejados, con mi látigo en la mano presta a fustigar a todos aquellos que me lo pidan… o que necesiten un correctivo. Una tranquila noche, en uno de mis paseos nocturnos, acabe en vuestro tejado… y me percaté de que estaba a falta de un par latigazos. Así que hay van……



¿Retrosexuales? ¿Sin depilarse? ¿Ropa interior? La conclusión es muy diferente según los puntos de vista del hombre y de la mujer en estos temas (sobre todas las posibidades que hay, punto de vista de hombre sobre la mujer y sobre el hombre, y el punto de vista de la mujer sobre la mujer y sobre el hombre… y en este punto ya me perdí… intentaré explicarme en las siguientes líneas), incluso podía decir que hasta resultan graciosos los diferentes puntos de vista.



Habláis de que “para qué debéis depilaros”, “mejor pelos hasta…….”, pero os echáis las manos a la cabeza si descubrís una sombra en el labio superior…, mal pensados, de la boca, y claro, eso por no hablar de otras zonas más intimas, si las dejamos a su libre albedrio, sobre todo ahora que llega el calor, y se deja al descubierto ciertas zonas y esos pelos cobran vida.



Sí, ya os leí que no os gustan los pelados, pero también os he leído que os gusta arreglado, acaso ¿os lo arregláis vosotros?... ¿Quien dicta que las mujeres si y los hombres no?... Pero como todo en esta vida los extremos no son muy buenos, (no, ningún extremo). Vosotros defendéis al hombre retrosexual y… ¿las mujeres no pueden ser entonces retrosexuales?
Porque en un extremo estarían Barbie y Ken (metrosexuales) y en el otro el Oso Yogi y la bruja Avería (retrosexual) y la verdad yo no me inclino por ninguno de los dos extremos; porque el oso por oso, y el Ken por Ken.



Pasemos al vestuario. Ropa interior: hablamos de las bragas de cuello vuelto, de ese color que no se sabe muy bien de que tono es (la ropa interior de “la abuela”); de esos sostenes, si se pueden llamar así, de esos pijamas que lo dejan todo a la imaginación, sí, todo a la imaginación ya que no dejan ver nada de nada desde el cuello hasta el dedo gordo del pie, y no creáis que por llegar el calor se mejora… Pero… ¿Y vosotros? ¿Os habéis mirado algún día?, con los calzones del “abuelo”, con esas batas, que también lo dejan todo a la imaginación, sacadas de los fondos de los armarios, pero muy del fondo, aún no lo suficiente para que no encontréis esa ropa interior que seguramente os hayan regalado vuestras madres para fastidiar a la nuera… Porque claro, porque vais a elegir vuestra propia ropa interior, nosotras tenemos que sorprenderos ¿y vosotros?...



Y claro, no hablemos cuando los pelos empiezan a nacer, porque una vez depilados vuelven a salir, y claro enseguida reclamáis y es cuando en esas noches oigo “cariño toca depilarse ¿no?”. Y vosotros sois conscientes de la irritación que nos produce vuestra vaguería para afeitaros, pero decidís no afeitaros, y claro, a esto las mujeres no recriminamos porque sino la decisión vuestra es dejaros barba o eso que no sabe ni lo que es.

Llega el calor, la temperatura sube y la ropa se encoje, y empiezan a verse zonas de las cuales en el invierno nos olvidamos que existían, y entonces llega el momento en el que la mujer y el hombre cruzan una serie de palabras. Lo nombro así, por que hay ciertos cruces de palabras, a las cuales no se les puede denominar conversación, pero a lo que íbamos. En ese cruce de palabras, llega un momento en el cual no se sabe quiénes son los interlocutores, ya que el hombre no se dirige a la mujer, sino a una parte concreta de ella, o mejor dicho, a dos partes de ella: exactamente a sus pechos, y es cuando la mujer piensa “oye que te estoy hablando yo no mi delantera”…








Y no es precisamente una actitud de vergüenza por lo que el hombre baja la mirada, ya que esto solo ocurre en las épocas de más calor, justo cuando aparecen los escotes. Claro que en el caso de que el volumen sea considerable, tampoco es necesario presentar un escote, ya que en esos casos ni el jersey con la lana más gruesa puede ocultar tal atracción. Además ese cruce de miradas entre ojos-pechos, suele tener tanta dosis de hipnotismo, que ni el mejor mago podría lograr ese estado de inconsciencia en el cual el hombre contesta con un único monosílabo, aunque claro, todo aquello que afirme fuera de ese estado lo negara por completo.

Por el contrario, la mujer al intentar mantener una conversación con el hombre (sí, he dicho bien, las mujeres lo intentan), no se dirige a sus partes más intimas, a pesar de que en muchas de las ocasiones, por no decir la mayoría, es esa parte intima la que contesta en el intercambio de palabra, pero no por ello las mujeres bajan la mirada hacia esa zona para dirigirse a ella, a pesar de saber que dicha zona es la responsable de las respuestas, o conjunto de monosílabos.


En fin, hay demasiados temas para repartir latigazos a diestro y siniestro, así que preparaos para futuros capítulos…



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