Thursday, May 13, 2010

Guerra de sexos.


Es curioso el observar como cualquier reunión de matrimonios o parejas, acaba por convertirse en una nueva batalla, de la eterna guerra de sexos o de géneros, como gusten. Suele iniciarse con cualquier chispa prendida por cualquiera de las partes. ¿Argumentos? Todos los que quieran y más. Desde “te huelen los pies” hasta el “cuanta basura llevas en el bolso”…

El principal argumento de las féminas, suele ser nuestra escasez de limpieza, o mejor dicho, nuestra fobia a todo lo que tenga que ver con la limpieza. Ellas nunca entenderán que es una cuestión de genética, en primer lugar, y de prioridades, en segundo lugar. Me explico:

Es cuestión de genética, porque sus genes, los de ellas, les hacen ver suciedad donde nosotros, nuestros genes, no la ven. Dicho de otra manera, ellas tienen un microscopio en los ojos que les permite ver suciedad donde nosotros no la vemos, lo cual hace que parezcamos más cerdos, pero nada más lejos de la realidad. Uno no puede ponerse a limpiar donde no ha visto suciedad, lo contrario sería de gilipollas. Deberían ellas, por lo tanto, cambiar los adjetivos que nos dirigen, de cerdos o sucios a, por ejemplo, cegatos o escasos de olfato (en el caso de que la suciedad también huela…).

Es también una cuestión de prioridades, porque cuando llegamos a casa de trabajar, tanto él como ella, nuestra mente prioriza de diferente manera. Por sólo poner un ejemplo, ella no puede sentarse a mirar la televisión, si tiene la casa desordenada, mientras que nosotros, lo único que queremos es olvidarnos de las obligaciones y disfrutar del tiempo libre haciendo lo que nos apetece de verdad. Estamos en nuestra casa y estamos sólo nosotros, sin nadie más, entonces… ¿para qué ordenarla? Eso estaría bien si alguien viniera a pasar revista, pero si es para nosotros mismos… ¿porqué agobiarse autoimponiéndose obligaciones absurdas?...

Al menos a mí, la limpieza y el orden no son tareas que me hagan más feliz o me proporcionen un día más tranquilo. Se puede dejar la cama hecha por la mañana, pero si llego a casa por la noche y me la encuentro desecha miro para otro lado como si no hubiera visto nada. No se acaba el mundo por ello, ni me ocasiona el más mínimo remordimiento, total, no vamos a estar en casa en todo el día… En cambio la mayoría de las mujeres, si no han hecho la cama antes de salir de casa, se van refunfuñando poniéndote la cabeza como un bombo, y cuando llegan a casa se dirigen a hacer la cama corriendo en forma de flecha…

Otra discusión que también suele ser protagonista de todas las reuniones, es el tema dormir. No conozco a nadie que duerma completamente a gusto… Que si te cruzas en la cama, que si roncas, que si te pegas demasiado, que si no paras de dar vueltas. Me parece una discusión tan absurda como inútil, porque ¿de verdad creen que por decirnos lo que les molesta vamos a cambiar nuestra manera de dormir? Que yo sepa, yo duermo dormido, es decir, no soy dueño de mis actos, así que por mucho que me proponga no roncar, cuando me duerma, mi cuerpo hará lo que le de la real gana porque mi mente no lo maneja, y si quiere roncar como un gorrino roncará. Y si quiere dar volteretas en la cama, las dará…

De todas formas, estas discusiones, suelen ser bastante divertidas, y no pasan más allá de un enfado pasajero en el peor de los casos, además sirven para que nos demos cuenta de que casi todas las parejas discuten por lo mismo, y… siempre te enteras de algunas intimidades de los demás.